El transporte siempre ha estado ligado a la humanidad y ha ido evolucionando junto con el comercio. Ahora nos encontramos en un momento en el que el comercio exterior es básico para muchas empresas puesto que la tesitura socioeconómica y el auge de internet les ha abocado a ello. De ahí la importancia que el tándem transporte internacional y comercio internacional encajen a la perfección.
Transporte internacional y comercio exterior
Encontrar nuevos compradores y hacerse un hueco cada vez más grande en el mercado es el objetivo que persigue cualquier empresa. Una de las maneras de conseguirlo es abrirse a nuevos mercados internacionales, que es lo que conocemos como comercio exterior.
Tal como hemos abordado en artículos anteriores, la venta de productos por internet ha sido un gran filón para muchas de las empresas que han decidido sumarse al carro de la exportación a nuevos destinos. Las nuevas tecnologías han propiciado que, por ejemplo, un fabricante de calzado de la zona de Levante de España pueda distribuir sus zapatos en Alemania sin tener que realizar una inversión que antes sólo estaba en manos de las grandes empresas.
Pero, evidentemente, para poder llegar a estos consumidores finales que se encuentran en destinaciones lejanas es esencial que las empresas que apuestan por el comercio exterior –que también ha crecido exponencialmente porque durante la crisis el mercado interior ha disminuido- tengan un proveedor de transporte de mercancías que les asegure la correcta entrega de los productos a sus usuarios finales. Es en este sentido que comercio internacional y comercio exterior van de la mano y ambos están en período de crecimiento.
A la hora de elegir una empresa de transporte internacional la empresa exportadora debe tener en cuenta características como las siguientes:
- Tipología de producto y cantidad
- Dimensiones y peso
- Fragilidad
- Envase y embalaje
- Distancia y tiempo
- Precio del servicio
- Plazo de entrega
Además, también se deben considerar los diferentes tipos de transporte existentes y escoger, en función del precio y el plazo de entrega, el que más se adecue a las necesidades del producto y el cliente.